lunes, 19 de octubre de 2009

Ventana


Esa ventana donde te esperaba todos los martes a las diez de la noche
Mientras en los cafés se consumían cigarros,
Mientras en la gruta se consumía heroína,
Y mientras en la tertulia fumaban marihuana desesperadamente; unos para no sentir tan cerca la ciudad y otros para sentirla penetrar en su alma
Mientras él se lo introducía a ella sin amor, sin dolor sin alguna sensación,
Sin ansias sin anhelos, sin presente ni futuro.
Ella, ella solo era sumisa,
El jugaba con su cuerpo, con sus babitas, con sus tetas, con su vagina, con su ser….
Mientras ella solo se limitaba a soportarlo
Aquí en esta ventana mientras te esperaba
Soportando el sonido intenso de sus gemidos,
Sus gemidos postizos, fingidos
Solo pensaba en tu olor a hombre
Junto a una rosa amarilla
Con ganas de entrar en la habitación y detener bruscamente esa farsa.
Pensaba en las notitas de color azul que me regalas cada martes,
En los labiales negros que sueles dejar en los bolsillos de mi maletín rojo
Y en las babitas que sueles dejar los sábados sobre todo mi cuerpo…..
Te espero, te espero con ansias locas de darte las buenas nuevas,
De darte los besitos con sabor a cereza
De regalarte mordiscos morados
Y trenzar tu largo y negro cabello.

2 comentarios:

  1. Ah... bellos martes...
    Lunes de Jazz... Tertulia-jazz, aún hay?

    El fin-- tenemos el martes para engañar a nuestro amante... para terminar una farsa y empezar otra...

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  2. De mi libro "Las Doncellas de la Noche"



    TARDE DE JUEVES


    Entras al jueves por la puerta de las dos de la tarde
    y lo hallas acostado, desnudo, como siempre.
    Lo tocas, lo miras a los ojos
    y descubres que no piensa en ti.
    Te entristeces. Te desvistes.
    Te acuestas a su lado y lo acaricias.
    Preguntas.
    Como siempre él no responde y también te acaricia.
    Observa tu cuerpo : senos encendidos, costados,
    vientre blando, monte de placer.
    Mira tu mirar lejano y sonríe quedamente.
    Hace muecas de niño loco. Ambos ríen.
    Te hace el amor muy aprisa.
    Le pides que lo haga más lento.
    El se detiene.
    Te recriminas, casi sollozas.
    El sólo te mira. No piensa.
    Conoce tu pasado. No te da nada. Tampoco te exige.
    Como siempre, llena tu piel de fantasías
    y te envía a casa por la puerta del jueves a las cinco
    llevando en el rostro la triste placidez
    que te hace regresar cada ocho días
    a mascullar tu soledad acompañada.




    anuar bolaños.

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